"No sé cuantas veces ya he intentado escribir lo que siento respecto a esta situación. Esta semana me enteré que estabas deprimido, que decías haberte dado cuenta de tu error y que querías tener la posibilidad de hablar conmigo y, si no arreglar las cosas, por lo menos no dejarlas simplemente así. Yo sé que mi respuesta a esa petición indirecta te llegó, y sí, no estoy segura de querer verte. No estoy segura porque no sé si al verte mi fuerza se debilite y termine rindiéndome ante ti como siempre sucede o si, al contrario, me comporte inflexible ante la rabia que me hace sentir el trato que me has dado. Desde que me pediste que me alejara y te dejara recuperarte de esa molestia que te causé he pensado muchas cosas, me he preguntado tanto y tanto, mis sentimientos se debaten entre tú y yo. ¿De verdad era necesario recurrir a esto? ¿De verdad esto era lo que tú querías? ¿De verdad merezco que me trates de esta manera? ¿De verdad nunca supiste de qué forma me querías? ¿De verdad siempre tuviste miedo o sólo era un pretexto para no tener que comprometerte conmigo en ningún sentido? Muchas preguntas y dudas dan vueltas en mi cabeza, el por qué de todo esto empieza a perder su sentido, ya no sé si me interesa saber tus razones. Decidiste que la mejor opción era hacerme a un lado hasta que tú sintieras que era digna de tu perdón, puedo entender que lo hicieras, lo que no puedo entender es que esperaras que yo estuviera en ese mismo lugar esperando, pendiente de ti y de tus palabras. ¿Sabes? Resulta que soy un ser humano, no un perro al que puedes castigar e ignorar cuando hace algo malo y después volver y darle tu cariño pretendiendo haberlo amaestrado para que no se vuelva a equivocar. No puedo y no quiero hacerlo. Estoy cansada de “aceptar que paso pero no dejar que nos afecte”, nos afecta ¡y mucho¡ Si hemos llegado a este punto es porque nos la hemos pasado fingiendo que nada malo pasa, que somos tan maduros que ese tipo de cosas no nos afectan cuando en realidad nos carcomen el alma y nos hacen más resentidos el uno hacía al otro. Tú no supiste perdonar mi error porque tampoco supiste perdonar el tuyo, yo no pude interpretar tus palabras porque no podía aceptar un “te quiero pero no de la forma que tú esperas”, nos afecta y más de lo que nos gustaría aceptar. Nos hemos hecho daño, tal vez sin quererlo, hemos herido los sentimientos del otro y ninguno ha sido lo suficientemente maduro como para enfrentar las cosas; y no hablo de sentarse a platicar y decirle al otro lo que creemos espera escuchar, hablo de decir lo que realmente sentimos. Todas esas veces que te deseé el peor de lo males por haberme dicho que no podías quererme más, por las veces que espere que llamaras y no lo hiciste, por todo el tiempo que no fuiste sincero conmigo, por todas las lágrimas que me has hecho llorar, todos esos sentimientos de dolor y enojo que guardamos. Te quiero y no me da pena decirlo, no me importa que los demás digan que te engrandezco con mis palabras, que no mereces ese amor que siento por ti, ¡no me importa! Te lo digo sin esperar nada a cambio, te lo digo como te lo dije alguna vez: te quiero muy a pesar de ti mismo. He aprendido a querer a ese ser inseguro y a veces tonto, a ese niño que trata de ser hombre, a ese bruto que ni siquiera sabe cómo debe terminar con una novia, a ese iluso que cree que se debe esperar por el momento correcto para decir las cosas, a ese imbécil que me ha hecho llorar tantas veces, a ese que tiene que pensar por meses si me quiere o no (eso se siente, sólo se siente). He aprendido también que querer a ese individuo me ha causado mucho daño emocional, físico y a veces mental, he aprendido que no puedo esperar toda la vida que se borren sus inseguridades, he aprendido que no importa lo que haga o diga si él no me quiere no lo hará por más que lo piense y que si quiero dejar de llorar por él debo dejarlo ir y continuar con mi vida, tenerlo conmigo como un hermoso recuerdo, sólo eso, un recuerdo. Mi intención con estas palabras no es decir que no hay solución a nuestros problemas, la hay, y creo que estamos a tiempo de rescatar la relación de amigos o lo que sea que somos. Lo que quiero decir, es que si ambos queremos que esto funcione ambos debemos cambiar nuestra actitud y ahora sí, en serio, comenzar a madurar, a ser gente pensante pero no insensible. Ser capaces de hablarnos con la verdad, ser capaces de aceptar que no somos perfectos y que habrá muchos más errores que perdonar en el futuro, ser capaces de tomar las riendas de esta relación sin dejar que otros se involucren y vivan lo que a nosotros nos toca vivir y sufrir. Te pido, que si tu intención es que rescatemos lo que alguna vez tuvimos, hagamos un esfuerzo, seamos sinceros y honestos con el otro y sobre todo con nosotros mismos. No más pretensiones y niñerías, no tengamos miedo a enfrentarnos con la verdad y decir lo que vemos mal o bien del otro y también de nosotros mismos, no tengamos miedo a sentir porque no es malo y no importa cuánto te escondas, siempre te alcanza. Tengamos valor y si no estamos dispuestos a tenerlo es mejor no perder nuestro tiempo y entonces aceptar que no es plan de la vida que compartamos en ella y alejarnos sin rencores."
1 comentario:
Hace tanto de esos dolores... Hay tantos nuevos y tantos viejos... :) Me da gusto que hayas aprendido a decir eso que quieres. Muchos a veces no podemos hacerlo :) TQ
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